Llamadles por el nombre de su padre. Eso es más equitativo ante Dios. Y si no conocéis el nombre de su padre, entonces, son hermanos vuestros en la fe y vuestros protegidos. No cometéis pecado si os equivocáis en ello, sino en lo que premeditan vuestros corazones. Pero Dios es perdonador, misericordiosísimo con los creyentes.